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Beatriz Rios -1º ESO-

¿DÓNDE ESTÁ EL PORTAL MÁGICO?





 

   Para dar comienzo a mi historia desde el principio, diré que nací (según me han dicho y yo lo creo) un viernes a las doce en punto de la noche, Y, cosa curiosa, el reloj empezó a sonar y yo a gritar simultáneamente.


Teniendo en cuenta el día y la hora de nacimiento, la enfermera y algunas comadronas del barrio (que tenían puesto un interés vital en mí varios meses antes de que pudiéramos conocernos personalmente) declararon: primero, que estaba predestinado a ser desgraciado en esta vida, y segundo, que gozaría del privilegio de ver fantasmas y espíritus. Según ellas, estos dones eran inevitablemente otorgados a todo niño (de un sexo o de otro) que tuviera la desgracia de nacer en viernes y a media noche.


Después de haber pasado un día fatal en el cole, sonó la campana y todos nos fuimos. Luis, mi mejor amigo me acompañó hasta casa y luego después de haber estado en el jardín hablando, se marchó a su casa.


Llamé al timbre tres o cuatro veces y nadie me abrió así que opté por coger las llaves que estaban en mi mochila. Entré y no encontré ni a mamá ni a papá. Me asusté un poco, me pregunté ¿dónde estarán? Decidí subir a mi cuarto a leer o a hacer los deberes hasta que llegaran. ¡No estaban mis cosas! ¡Me asusté! Fui a la habitación de mis padres y ¡Tampoco estaban sus cosas!


Pensé que nos habían robado así que bajé al salón y vi que esos no eran mis muebles, y había fotos de otra familia. En la cocina y los baños había cosas que no eran nuestras. Me di cuenta de una cosa ¡Esa no era mi casa¡ Pero, ¿Cómo es que la llave abrió la casa? Me entró miedo y quise a la calle a tomar un poco el aire. La puerta no abría pegué un par de puñetazos y patadas pero nada, no se podía abrir.


Oí unos ruidos extraños, muy extraños y me acerqué a ver qué era aquello. Se oía por la cocina pero cuando me acerqué no había nada. Volví a oir aquellos extraños ruidos y me acerqué al salón a verlo. Detrás del sofá había algo que se movía. De repente el sofá, las lámparas y los marcos empezaron a flotar. ¡Tenía más miedo que antes!



Oí que algo pasó en la puerta y me acerqué a ver. Un sobre marrón había pasado por debajo de la puerta. Abrí el sobre y encontré unas gafas y una nota que ponía:

Póngase estas gafas si quiere ver lo que está pasando.
Tenga cuidado y permanezca lejos de ellos.
Anónimo.


No entendí lo que quería decir ¿quiénes eran ellos? Mire por la mirilla para ver quien lo había traído y no vi a nadie. Me puse las gafas y fui al salón. Allí vi un fantasma levantando el sofá y otro levantando los marcos y las lámparas. Les pregunté con mucho miedo que qué hacían allí. Y ellos me respondieron que estaban buscando el portal mágico que les llevaría  a su dimensión.


Tenía mucho miedo y no aguantaba más así que tuve que salir corriendo hacia la cocina para asomarme a la ventana.


Cuando me asomé , vi que la gente se había quedado parada, los coches, los perros, los pájaros ¡Todo se había quedado parado! Me pregunté ¿se ha parado el tiempo?


Empecé a tener una conversación razonada con ellos. Les quité el miedo y decidí ayudarles a encontrar el portal mágico. Buscamos en la cocina, en el salón, en el baño, en las habitaciones, en el garaje, en la entrada y no encontramos nada. No sabíamos dónde buscar. Pensé ¿y por qué no en el jardín? Pero, si antes quise salir y la puerta no se podía abrir. Más tarde pensé los fantasmas, en  los cuentos que he leído, atraviesan paredes.


Se lo comenté a los fantasmas y me dijeron que claro que  podían atravesar paredes. Atravesaron la puerta principal y se pusieron a buscar mientras yo miraba por la ventana. Detrás del árbol que había detrás de la casa encontraron el portal mágico. Los fantasmas vinieron a despedirse de mí y se fueron a su dimensión.
Justo cuando se fueron la gente, los coches, los animales volvieron a mover
se. Pensé ¡qué raro! A mis padres no les quise decir nada de lo ocurrido.


Por la noche apunté un interesante capítulo en mi diario. Cuando iba a apagar la luz vi a los fantasmas y hablé con ellos un rato, les pregunté que si se querían quedar a vivir en mi casa porque yo iba a ser el único que les iba a ver, me respondieron que si.


Entonces  me di cuenta que las dos cosas que me dijeron al nacer eran verdad, la primera, porque me equivoqué de camino y por tanto de  casa y la segunda porque vivo con dos fantasmas.

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